Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a tí,
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir,
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreir,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de eso si estoy seguro:pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada (...)
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a tí,
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir,
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreir,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de eso si estoy seguro:pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada (...)
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