-¿Qué aprendiste de tus años como periodista cubriendo guerras?
-Que nos hemos olvidado de que la vida no es estar aquí conversando civilizadamente. La vida es comer, abrigarse, no tener frío, preñar a la hembra o ser preñada por el varón, tener cachorros… Eso implica crueldad. Yo he visto a Andrómaca despedirse de Héctor con el niño en brazos. Y he visto al niño llorar porque Héctor lo besaba con el casco. Y sobre todo, he mirado. Observé que cuando el universo, que es muy hijo de puta, te aplica sus crueles reglas sin piedad, la única forma que hay de afrontarlo es la entereza, la serenidad. Toda mi vida y todo mi trabajo consisten en intentar que mi último tiempo sean serenos.
-Navegas en solitario.
-A veces sí y a veces no. Pero a menudo en solitario. En el mar descubrí que es el mejor espejo de la vida. El mar no es malo en sí, pero el viento lo convierte en muy malo. Por eso te obliga a una continua vigilia, siempre tienes que estar mirando aquella nube oscura a lo lejos.
–Una vez me regalaste una especie de bola de cristal. Pertenecía al Titanic. Y me dijiste…
-Que cada Titanic tiene su Iceberg. Creo que siempre hay que tenerlo presente
ARTURO PEREZ REVERTE
Photo by Viktor Kolář |
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