Fotografia de Edward Steichen |
Brennan desarrollaba su capacidad creativa con ironía y en sus articulos narraba historias sobre personajes solitarios que deambulaban por las barras de sordidos bares o que se hospedaban en hoteles baratos ... un Nueva York crepuscular hoy ya inexistente.
" Hay una librería en la calle Cuarenta y ocho, no lejos de la Sexta Avenida, donde venden sobre todo libros de bolsillo y libros viejos, saldo de los editores. Yo estaba allí el otro día mirando. Era sábado y hacía fresco. La puerta estaba abierta a la calle. Era la hora del almuerzo y los clientes eran ocasionales. La tarde era lenta y la ciudad parecía amistosa y grogui... no se oían quejas. Ese humor de siesta es muy notable en Nueva York y en pleno " downtown ", muy raro. Era una ocasión misteriosa y alegre, como si a todos los ciudadanos les hubiera repartido su dosis estacional de tiempo y hubieran descubierto que tenían mucho, de sobra, mucho más tiempo del que nunca hubieran imaginado. En la librería todo estaba en calma. Podría haber estado muy lejos, en una ciudad mucho más antigua, recorriendo tiendas de anticuarios. El ritmo era concentrado y sin prisa, mientras los clientes serpenteaban entre las obras de Henry James, Rex Stout, Françoise Mallet-Joris, Iván Turguénev, Agatha Christie y el resto, más y más nombres que iban apareciendo frente a mis ojos mientras seguía mirando. Yo iba recopilando todo lo que quería comprar- llevaba cinco libros bajo el brazo- y estaba mirando otro, ahora no recuerdo el título, y leyendo una descripción de la comida favorita de Balzac. Lo que más le gustaba al escritor era simple pan cubierto de sardinas que había triturado formando una pasta y mezclándolas con algo. ¿ Qué era lo que Balzac mezclaba en su pasta de sardinas? Estaba intentando descubrirlo, leyéndolo todo otra vez y pensando en lo delicioso que sonaba, cuando mis oídos se vieron ofendidos por ásperas voces que chirriaban junto al otro lado de la puerta, gente que hacía comentarios sobre los libros del escaparate.
- ¡Eh, Marilyn Monroe, rebajada!- exclamó una voz masculina-. ¡ De cinco dólares con setenta y cinco a un dolar noventa y dos !Hubo graznidos de risas y luego una voz de mujer dijo-hablaba una vieja bruja- :
- Espera que llegue al dólar... "
CRONICAS DE NY " Maeve Brennan ( 1917-1993 ) Ed Alfabia
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