(...)A fin de cuentas, no existen los textos perfectamente acabados. Es más, creo que nadie que sepa mínimamente de escritura puede llegar a creer en el texto perfecto. De hecho, ningún escritor serio da por totalmente bueno lo que escribe. Como decía Fabio Morábito en una reciente entrevista: “Un escritor es el que, en rigor, no sabe escribir. Nadie sabe escribir, pero un escritor es el que se da cuenta y convierte eso en un problema”.
(...)Creemos, por ejemplo, que un día nos levantaremos y se habrá acabado la crisis. Y no es así, la crisis no tiene final del mismo modo que no lo tiene libro alguno, por cerrado o perfecto que nos parezca. Admiro a los escritores que vuelven una y otra vez al lugar del crimen. Más que estar trastornados por el asunto que tratan en una novela tras otra, más que repetirse con sus obsesiones y temas, lo que estos neuróticos tratan de hacer -con su fijación recurrente y su regreso a lo que ya parecía terminado- es tratar de entender bien el asunto sobre el que llevan años dando constantes vueltas y así ver si pueden profundizar al máximo sobre el famoso tema que les tiene tan ocupados desde que decidieron ocuparse de él.
(...)No hace mucho, John Banville decía acordarse de un inevitable turno de preguntas en un coloquio y de una mujer sentada en la primera fila que le increpó: “¿Cuándo va a dejar de escribir sobre tipos que asesinan mujeres?” Y él respondió: “Cuando me salga bien, señora, dejaré de hacerlo”
( Extracto articulo de Enrique Vila-Matas "La facilidad de Beth Rowley " )
Nota : Quizas existan dos grandes familias de escritores, los que hacen siempre lo mismo, y los que hacen siempre otra cosa.
Siempre me acuerdo de la frase de André Gide que decía que cuando terminaba un libro, saltaba al otro extremo de sí mismo. En este salto me reconozco !
(...)Creemos, por ejemplo, que un día nos levantaremos y se habrá acabado la crisis. Y no es así, la crisis no tiene final del mismo modo que no lo tiene libro alguno, por cerrado o perfecto que nos parezca. Admiro a los escritores que vuelven una y otra vez al lugar del crimen. Más que estar trastornados por el asunto que tratan en una novela tras otra, más que repetirse con sus obsesiones y temas, lo que estos neuróticos tratan de hacer -con su fijación recurrente y su regreso a lo que ya parecía terminado- es tratar de entender bien el asunto sobre el que llevan años dando constantes vueltas y así ver si pueden profundizar al máximo sobre el famoso tema que les tiene tan ocupados desde que decidieron ocuparse de él.
(...)No hace mucho, John Banville decía acordarse de un inevitable turno de preguntas en un coloquio y de una mujer sentada en la primera fila que le increpó: “¿Cuándo va a dejar de escribir sobre tipos que asesinan mujeres?” Y él respondió: “Cuando me salga bien, señora, dejaré de hacerlo”
( Extracto articulo de Enrique Vila-Matas "La facilidad de Beth Rowley " )
Nota : Quizas existan dos grandes familias de escritores, los que hacen siempre lo mismo, y los que hacen siempre otra cosa.
Siempre me acuerdo de la frase de André Gide que decía que cuando terminaba un libro, saltaba al otro extremo de sí mismo. En este salto me reconozco !
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