El arquitecto suizo Peter Zumthor, en su libro. Atmósferas (Gustavo Gili, 2008) , entre otras cosas, dice lo siguiente: "Entro en un edificio, veo un espacio y percibo una atmósfera, y, en décimas de segundo, tengo una sensación de lo que es. La atmósfera habla a una sensibilidad emocional, una percepción que funciona a una increíble velocidad y que los seres humanos tenemos para sobrevivir. No en todas las situaciones queremos recapacitar durante mucho tiempo sobre si aquello nos gusta o no, sobre si debemos salir corriendo de allí. Hay algo dentro de nosotros que nos dice enseguida un montón de cosas: un entendimiento inmediato, un rechazo inmediato. Naturalmente, conocemos bien la respuesta en el ámbito de la música. En el primer movimiento de la sonata para viola de Brahms (Sonata nº 2 en mi bemol mayor para viola y piano), cuando entra la viola, en un par de segundos ya está ahí, y no sé bien por qué. Y algo parecido ocurre en el ámbito de la arquitectura. No tan poderosa como en la más grande de las artes, la música, pero también está ahí".

Mi deseo seria crear en este blog una atmósfera, nada más que una atmósfera.


martes, 8 de noviembre de 2011

El demonio en las nubes

El rostro de un demonio oculto entre las nubes de uno de los frescos de Giotto de Bondone (1267-1337) que adornan la basílica superior de Asís ha salido a la luz tras ocho siglos de existencia, ha referido el fraile franciscano Enzo Fortunato.
 El fresco data de 1290 y es una de las estampas de la vida de San Francisco de Asís, patrón de Italia, que la orden franciscana encargó al pintor florentino Giotto de Bondone para ilustrar la basílica superior de la Orden, sepulcro de su fundador. "En el medievo se tenía la creencia de que en el cielo habitaban indistintamente ángeles y demonios. Los primeros, llevaban las almas de los justos al Paraíso; los segundos, atraían las de los condenados", señala Fortunato. 

Fresco de Giotto y detalle de la cara del demonio

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