El arquitecto suizo Peter Zumthor, en su libro. Atmósferas (Gustavo Gili, 2008) , entre otras cosas, dice lo siguiente: "Entro en un edificio, veo un espacio y percibo una atmósfera, y, en décimas de segundo, tengo una sensación de lo que es. La atmósfera habla a una sensibilidad emocional, una percepción que funciona a una increíble velocidad y que los seres humanos tenemos para sobrevivir. No en todas las situaciones queremos recapacitar durante mucho tiempo sobre si aquello nos gusta o no, sobre si debemos salir corriendo de allí. Hay algo dentro de nosotros que nos dice enseguida un montón de cosas: un entendimiento inmediato, un rechazo inmediato. Naturalmente, conocemos bien la respuesta en el ámbito de la música. En el primer movimiento de la sonata para viola de Brahms (Sonata nº 2 en mi bemol mayor para viola y piano), cuando entra la viola, en un par de segundos ya está ahí, y no sé bien por qué. Y algo parecido ocurre en el ámbito de la arquitectura. No tan poderosa como en la más grande de las artes, la música, pero también está ahí".

Mi deseo seria crear en este blog una atmósfera, nada más que una atmósfera.


martes, 25 de septiembre de 2012

Hace cuarenta años

Una recomendación (que estuve ojeando el pasado domingo en La Central de Callao ) para este arranque otoñal , una novela que diluye estos primeros frios  bajo la pasión de dos seres que se encuentran en el momento preciso : 
–Cuando decidí venir aquí –me decía–, porque tuve mis dudas, entreví como en un relámpago lo que ahora sucede. ¡Y con qué firmeza rechacé la idea! Me sentía tan seguro de mí mismo... ¡Y ya ves! No podemos prever lo que el otro puede ofrecernos... ¡Ay! ¡La tentación! Eso lo justificaría todo... ¿Acaso podía yo saber la forma que el amor tomaría en ti, y que tendrías esos ojos tan tiernos y acerados a la vez, pequeño corazón intenso?

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