"(..)Escribir no es distinto a tener una tienda que
hay que abrir cada día, esperando que alguien la visite. Porque ¿acaso
no es cierto que necesitamos historias y palabras para vivir? ¿Por qué
entonces el dueño de esa tienda, no podría compararse con aquellos
que llevan sus productos al mercado? Si a él no le dan de balde el
pescado o el pan que necesita, ¿por qué habría de regalar alegremente
lo que hace? En ese caso ¿de qué viviría? No hay nada más terrible que
carecer de alimentos o bienes materiales, pero ¿nos hemos parado a
pensar lo que sería un mundo sin relatos ni poemas, sin música, danza
o salas de cine? No podríamos vivir en un mundo así, porque un mundo
sin palabras, música o imágenes, sería un mundo sin preguntas ni
deseos, lo más parecido a la muerte. Amemos pues a nuestros
escritores y artistas, por esa fantasía y locura que nos entregan y sin la
que no sabríamos vivir. No los veamos como seres excepcionales que se
alimentan de ambrosías o del éter en que flotan los sueños, y
respetemos un esfuerzo y un trabajo que no es diferente a los esfuerzos
y trabajos de los otros oficios del mundo. No queramos entrar a
escondidas en sus tiendas y llevarnos lo que tan trabajosamente
preparan. Ellos abren esas tiendas cada día y sólo aspiran a vivir
honestamente de un trabajo pensado sólo para la felicidad de los
demás."
Fragmento de UNA TIENDA DE PALABRAS/Gustavo Martín Garzo
Foto de Francesc Català Roca |
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