El arquitecto suizo Peter Zumthor, en su libro. Atmósferas (Gustavo Gili, 2008) , entre otras cosas, dice lo siguiente: "Entro en un edificio, veo un espacio y percibo una atmósfera, y, en décimas de segundo, tengo una sensación de lo que es. La atmósfera habla a una sensibilidad emocional, una percepción que funciona a una increíble velocidad y que los seres humanos tenemos para sobrevivir. No en todas las situaciones queremos recapacitar durante mucho tiempo sobre si aquello nos gusta o no, sobre si debemos salir corriendo de allí. Hay algo dentro de nosotros que nos dice enseguida un montón de cosas: un entendimiento inmediato, un rechazo inmediato. Naturalmente, conocemos bien la respuesta en el ámbito de la música. En el primer movimiento de la sonata para viola de Brahms (Sonata nº 2 en mi bemol mayor para viola y piano), cuando entra la viola, en un par de segundos ya está ahí, y no sé bien por qué. Y algo parecido ocurre en el ámbito de la arquitectura. No tan poderosa como en la más grande de las artes, la música, pero también está ahí".

Mi deseo seria crear en este blog una atmósfera, nada más que una atmósfera.


miércoles, 6 de julio de 2011

El miedo del portero al penalty

Peter Handke nos cuenta aqui la historia de un antiguo portero de fútbol que  tras ser despedido de su trabajo como mecánico se enfrenta a una vida incierta. Guarda todavia los recuerdos de su época como futbolista, pero las vivencias actuales, las sensaciones, le resultan  difícilmente aprehensibles para su conciencia e inicia asi un descenso entre esquizofrenico y kafkiano hacia los abismos de la   desolacion humana. 
Foto de Willy Ronis



(...)"Como los sábados había sesión de noche en el cine, Bloch llegó con mucha anticipación. Fue a un autoservicio que no estaba lejos de allí y se comió una fricadelle de pie. Intentó contar un chiste a la camarera en el menor tiempo posible; cuando el tiempo transcurrió sin que hubiera contado el chiste hasta el final, se interrumpió en medio de una frase y pagó. La camarera se rió.
En la calle se encontró con un conocido que le pidió dinero. Bloch le dijo unas palabras malhumorado. El borracho le agarró de la camisa y en ese momento la calle se quedó a oscuras. El borracho dejó caer la mano asustado. Bloch al darse cuenta de que los anuncios luminosos del cine se habían apagado, se alejó a toda prisa. La taquillera estaba en la puerta del cine; iba a subirse en el coche de un muchacho.
Bloch la miró. Ella, que estaba ya sentada en el asiento de delante, junto al conductor, respondió a su mirada mientras se colocaba el vestido para no arrugárselo; por lo menos, a Bloch le pareció una respuesta. No ocurrió nada más; ella cerró la puerta y el coche arrancó."
El miedo del portero al penalty . Alfaguara, 1979

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