Foto de COLITA |
Ver muchos toros y callarse mucho. Decía Lalanda: «Hay que ser orejero». Escuchar. Lo difícil es comprender al toro.
"(..)El toreo de muleta no es una sucesión de pases sin ninguna relación entre sí. Una faena no se compone de pases sueltos, más o menos numerosos y más o menos artísticos. Esto no tendría ninguna eficacia, y el toreo no es toreo en tanto no se le relacione con el toro. El toro es el que da la medida de la faena: clase y número de pases, distancia a que debe colocarse el torero, mano que ha de emplear preferentemente. La distancia de la muleta al toro es lo primero que se debe medir. Si el toro es bravo y conserva poder, se arrancará antes que el manso y el agotado. Decimos manso por diferenciar. El manso absoluto no existe en el toro de lidia. Hay una escala de bravura que va del toro codicioso, rápido, pronto en acometer, pegajoso, lo que llamamos nosotros bravura agresiva, con muchos pies (ligereza), al toro pastueño, tardo, falto de codicia, lo que nosotros llamamos bravura pasiva. En esta escala intervienen la resistencia y el poder del toro. Esto debe tenerlo en cuenta el matador al hincar la faena, para saber hasta dónde tiene que llegar con la muleta, que en el curso de la faena irá acoplando, según vaya el toro. Cuanto más bravo es el toro más “se rompe”, porque pone más esfuerzo en embestir y embiste más veces. Por esto no me gustan nada los recortes de salida, a ver si dobla, que son innecesarios, como ya veremos, porque el que más daño hacen es al toro bravo; el Reglamento los prohíbe.""
GREGORIO CORROCHANO ABC. Madrid, 10 de julio de 1954
No hay comentarios:
Publicar un comentario